Hacía frio, era oscuro, pero tú brillabas por tu propia luz, me cegaste, tan bonita abrazando al mundo con tu calor como si del sol te tratases, mientras me quedaba anonadado mirandote, cada vez mas me acercaba, hasta tal punto que jugando contigo, con las mariposas, tu calor llego a mis labios y tocó mi corazón, me fulminaron tus rayos de luz y amor, me dejaron tumbado, inconsciente, cansado por tal ardor, pero tu no te apartaste de mi lado, sin dejar de mirarme.
Por último recuerdo, que casi desapareces por las nubes, pero aun asi tu luz incandescente y tu calor, jamas dejaron de acompañarme, y jamas me abandono al amparo de la noche.
Gracias
No hay comentarios:
Publicar un comentario